Puntos más importantes de un contrato de arrendamiento
Es necesario que el contrato incluya los datos completos tanto del arrendador (propietario) como del arrendatario (inquilino).
Se debe describir el inmueble arrendado, especificando su ubicación.
Nuestra legislación actual regula una duración mínima de 1 año prorrogable hasta 5 años (o 7 para personas jurídicas) a voluntad del arrendatario, pudiendo prorrogarlo hasta un máximo de tres años + 1 en caso de situación de vulnerabilidad social y económica o hasta 3 en caso de zona tensionada (artículos 9 y 10 LAU), todo ello con las salvedades contempladas en el artículo 9.3 de la LAU.
El contrato debe especificar el importe de la renta, la periodicidad del pago (generalmente mensual), y la cuenta bancaria donde debe hacerse el ingreso. En caso de zonas tensionadas, la renta pactada al inicio del nuevo contrato no podrá exceder de la última renta del contrato de arrendamiento de vivienda habitual que hubiese estado vigente en los últimos cinco años en la misma vivienda, actualizada conforme al IPC o índice de referencia del INE (artículo 17 LAU). Igualmente, se regula la actualización de la renta que se regirá por un nuevo índice de referencia del INE, en cuanto sea creado; mientras tanto, habrá que estar al IPC con los límites que el gobierno fije en cada momento.
La ley establece la fianza, que debe devolverse al final del contrato si no hay daños en el inmueble o deudas pendientes. La ley permite una mensualidad para viviendas.
El contrato debe detallar las obligaciones de cada parte. Por ejemplo:
-
Inquilino: Mantener el inmueble en buen estado, informar de cualquier daño, pagar los servicios básicos y la renta en tiempo y forma.
-
Propietario: Realizar reparaciones necesarias para garantizar condiciones habitables, respetar la privacidad del inquilino y devolver la fianza, si procede.
Es importante aclarar quién asume los gastos de mantenimiento, servicios, impuestos municipales, etc. En algunos casos, el propietario cubre ciertos gastos y en otros, el inquilino debe hacerse cargo.
Pueden incluirse cláusulas adicionales, como las restricciones para subarrendar, la prohibición de realizar modificaciones importantes en la propiedad, o la posibilidad de tener mascotas, entre otras.
Finalmente, el contrato debe estar firmado y fechado por ambas partes para que tenga validez legal.
Un contrato de arrendamiento bien redactado asegura claridad en la relación arrendaticia y protege a ambas partes ante posibles conflictos o malentendidos sobre sus derechos y deberes.